«Día 16. Amaneció sin descubrirse un alma á todo el alcance del castillo; el teniente Montanos regresó á las ocho habiendo entregado los pliegos al juez del lugar de Martin-Amor, quien se encargó de dirigirlos al señor duque de Ciudad-Rodrigo o Castaños. Como á las doce del día se descubrió un grueso convoy de coches y otros carruages escoltados por caballería con dirección al vado, y colocándose cien hombres de la guarnición sobre, las tapias y cercas, sin ser vistos, tan luego como se aproximaron, por una descarga general fueron puestos en dispersión los coches, y algunos hubieran sido prisioneros si la caballería no se replegara y contuviera la infantería en aquella grande llanura: los guías que llevaban se les escaparon á la villa, y conducidos al castillo manifestaron venir en el coche delantero el Rey intruso. Lo demás del día y la noche se pasó sin novedad.»
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