Ya hace años, antes de que se iniciase la moda el tuning, los coches se personalizaban, fundamentalmente, añadiéndoles pegatinas. Así nos encontrábamos con vehículos que ataviaban su carrocería exterior con adhesivos de todo tipo, desde el toro de Osborne, la Penélope discotequera o el conejito de Playboy, hasta cualquier otro distintivo publicitario, territorial, deportivo…
Otros, en cambio, preferían un modelo que se colocaba en el interior de la luneta trasera y que consistía en una pequeña franja que, normalmente, incluía lemas, inscripciones o dibujos relativos a buena parte de los pueblos y ciudades de España. De este tipo recordamos Salamanca, Roma la chica, Cuenca es única, Salamanca, arte, saber y toros…
Alba, por supuesto, no quedó al margen de esta moda y dispuso, por cortesía de Talleres Leonú, de una pegatina con un eslogan que todos recordamos y de la que aquí ofrecemos una recreación –no exacta, pero que si se asemeja a la original– que adornaba uno de los automóviles clásicos que recientemente se concentraron en nuestra localidad.
Es verdad. Ya no me acordaba
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