martes, 29 de mayo de 2018

Casa de Lope de Vega


Supuesta casa de Lope de Vega en la plaza del Barrio  Nuevo
(Foto Cojo)


ALBA FUE MI TIERNA NOCHE, / MURIÓSEME EN ALBA EL DÍA…

No creo que haya muchos versos más bellos en la literatura española que estos de Lope, con esa humana polisemia de alba y las oposiciones semánticas entre “tierna noche y alba el día”. Otra cosa es que el Fénix de los Ingenios lo dijera con el corazón… o fueran escritos con su milagrosa facilidad poética. Sabemos la historia: habiendo difamado a Elena Osorio…Lope es desterrado a Alba y en la villa llega la muerte de Isabel de Urbina, su mujer; quién sabe si Dios se la arrebató a Lope de su desasosegado e inquieto corazón. 

Nunca sabremos dónde descansaba el sacrificado cuerpo de Lope en tierras de Alba. Tal vez, paseando por las riberas del Tormes; o charlando con los monjes del benemérito monasterio de San Jerónimo, comentando sus poemas. O, acaso… contemplando la villa desde el recio altozano del Castillo de los Duques, con el Torreón a sus pies. Quién lo sabe. Pero las aguas del río Tormes fluían con la misma belleza. Tampoco sería extraño que dedicara parte de su tiempo a crear el paisaje de Las Batuecas del Duque de Alba. Pero es leyenda actual que Lope vivió por el Barrio Nuevo, en la Casa de Manolo, el viejo hojalatero, que tuvo su taller adosado a la iglesia de San Juan, en la Plaza Mayor.

No hay documentos fehacientes, pero fue un enorme dolor que, en 2004, la casa fuera destruida. Se conservan en el edificio nuevo el dintel de la puerta y el viejo balcón. Pero nadie está en posesión de la verdad, ni en el convencimiento de que lo fueron de la casa de Lope. Que siga la leyenda popular; acabará siendo un símbolo del pasado para las nuevas generaciones. En el fondo, el espíritu lopesco, a buen seguro, flota aún sobre Alba, en su cielo azul, en sus pizarras, en las torres de sus iglesias. Y quién sabe si Lope de Vega no se acercó, por la ribera del Tormes, hasta las tierras de los Arapiles, en la alquería de Amatos. Desde allí, en el castillo de Bernardo de Carpio, podía descubrir inspiración para sus poemas y, hacia poniente, soñar e imaginar el perfil de las torres salmantinas.

José Luis Miñambres

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