LOS VERDES DEL AYER
José Luis Miñambres
Los hombres acarrean el paso de los tiempos dejando en la tierra viejos ecos en forma material. Y se conforma así una mirada cercana, desde lo alto… que reduce el viejo coso taurino casi a un ojo histórico. Está rodeado del reducto blanco de las grandes ocasiones y de la piedra inamovible, recia, de lanchas antiguas…Casi eterna. Como la esencia albense de antaño, resto primario y lírico del saber taurino. Pero el círculo es ahora, en la foto antigua, un mundo caduco, pétreo, duro, al que los trabajadores tratan de salvar su cara vieja y antañona con rudimentarias herramientas.
Sin embargo…todo permanece: los alrededores, el muro, el albero y las viejas talinqueras, rodeadas del verde del ayer: hierbajos vulgares, inclasificables, silvestres, efímeros… crecen humildes junto a las tablas, dando un nuevo color, extraño, inesperado, poco duradero. Como si la sangre derramada, de toros y toreros de otro tiempo, sirviera de humano abono y testimonio de gestas heroicas. Y como detalle didáctico y humano, la Escuela, de traza geométrica…distante y legendaria, como la infancia que se nos fue entre sus muros académicos. Y un poco más lejos…el Castillo, símbolo plástico y heroico de la ciudad albense. No figura en la foto pero se intuye su presencia espiritual.
Como siempre el documento fotográfico es la seña del ayer, cambiado ahora por tejados metálicos, efectivos pero fríos, oscuros distantes. Es el tiempo que se fue.
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