José Luis Miñambres
No conozco a los presentes de la imagen, tan elegantes y serenos. Son
sin duda la mejor representación de estas fiestas que, orgullosas, nos abre el
camino estival. Con elegancia lucen su palmito. En feliz consonancia, se cubren
las espaldas con piedras históricas del castillo, tan recio en su esplendor. Se
oye el mugido de los toros, el relincho de los caballos mirando absortos y el
recinto familiar de las tartanas. A sus pies, con humildad, el taller de Joroba
resucita viejas bicicletas, cansadas de correr. No dejarán de haber pasado camino
de Amatos, para ver de cerca la solemnidad de los Arapiles, tan soñados en su
historia.
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